[vc_row][vc_column][tm_heading style=»thick-separator» tag=»h5″ custom_google_font=»» google_fonts=»font_family:Poppins%3A300%2Cregular%2C500%2C600%2C700|font_style:300%20light%20regular%3A300%3Anormal» text=»Opinión – Región del Biobío y su rol en la descarbonización: más que solo renovables» font_size=»lg:32″][vc_column_text]

Columna de Darío Morales, Director de Estudios de ACERA

EI sector de energía, y en particular el segmento de generación de electricidad, ha mantenido una importante actividad en los últimos años, contribuyendo no solo a la mantención de puestos de trabajo en momentos de crisis, sino que también a avanzar decididamente en la transición desde una matriz con alta dependencia de los combustibles fósiles hacia una basada en energías renovables. A pesar de los importantes logros del sector, aún existen grandes desafíos en materia energética de los que hay que hacerse cargo para consolidar el proceso: mayor y mejor participación de las comunidades, cierre paulatino de centrales a carbón, gas natural y diésel, participación de los usuarios en la gestión de sus consumos y eficiencia energética, y el desarrollo de la generación distribuida, entre otros.

El debate ya no es si Chile podrá lograr o no una matriz eléctrica 100% renovable, sino cuándo. En efecto, junto con el acuerdo voluntario de cierre paulatino de centrales a carbón, el sector privado ha estado apostando fuerte por el desarrollo de las ERNC. Así, por ejemplo, las últimas dos licitaciones de suministro de clientes regulados (2017 y 2021) fueron adjudicados a ofertas respaldadas por proyectos renovables. Por otro lado, si bien el 2020 la matriz eléctrica nacional terminó con 7.400 MW de capacidad ERNC en operación, a octubre de este año esta cifra se eleva a 10.900 MW, es decir, en 10 meses ha entrado en operación más capacidad renovable de lo que entró en los años 2018, 2019 y 2020 juntos.

La matriz degeneración eléctrica de la Región del Biobío, si bien es diversa, está aún dominada por una amplia participación de los combustibles fósiles (32,3%) y por la hidroelectricidad de embalse (34,1%). Con respecto a las ERNC, la de mayor participación es la hidroeléctrica de pasada (25,3%) seguida por la biomasa (4%) y la energía eólica (3,5%). Es evidente que la transición energética producirá cambios relevantes en la matriz local.

Un reciente estudio encargado por ACERA, «Ruta para alcanzar cero emisiones en el sector de generación de energía eléctrica en Chile», que busca determinar la mejor vía para el cierre de las centrales de combustibles fósiles, muestra que al terminar con las centrales a carbón el sistema eléctrico deberá repensar, por ejemplo, la forma en la cual se operan las centrales hidroeléctricas de embalse, lo que, sin duda, debe hacerse considerando la disponibilidad de agua para el consumo humano, el riego y la participación de las comunidades.

Adicionalmente, este estudio muestra que, además de requerir un desarrollo de centrales de generación fotovoltaicas ubicadas en la zona centro norte del país, la construcción de centrales eólicas en las regiones del Biobío y la Araucanía permitirán suplir buena parte de la energía que antes se producía mediante combustibles fósiles.

Un sistema con alta penetración de energías renovables variables impone también otro tipo de desafíos técnicos. El primero de ellos es contar con la energía necesaria las 24 horas del día. Para ello, debemos imperiosamente generar políticas públicas y condiciones de mercado que permitan desarrollar ERNC 24/7 como la CSP (Energía Termosolar de Concentración), geotermia y biomasa, así como sistemas de almacenamiento de energía de gran escala. El segundo desafío es tener la capacidad tecnológica para poder operar un sistema eléctrico con flujos de energía que son altamente variables, y que ya no cuentan con elementos tradicionales y conocidos de control como son los equipos disponibles en las centrales termoeléctricas.

Chile es uno de los pocos países que participa activamente en las redes mundiales de I+D en esta materia y debe seguir fomentando esta capacidad para llevar a buen puerto la transición energética. Es aquí donde la Región del Biobío, que cuenta con grandes capacidades científicas y tecnológicas gracias a una amplia red de universidades y centros de formación, puede también jugar un rol central.

Fuente: El Sur de Concepción[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][tm_spacer size=»lg:30″][/vc_column][/vc_row]