[vc_row][vc_column][tm_heading style=»thick-separator» tag=»h5″ custom_google_font=»» google_fonts=»font_family:Poppins%3A300%2Cregular%2C500%2C600%2C700|font_style:300%20light%20regular%3A300%3Anormal» text=»Opinión – El cambio climático y nuestro estilo de vida» font_size=»lg:32″][vc_column_text]

Columna de Patricia Darez, Directora de ACERA.

La crisis sanitaria actual, por su naturaleza, nos ha hecho actuar de manera urgente e inmediata. Muchas cosas han cambiado, pero también hemos visto externalidades positivas. La menor contaminación del aire se ha podido apreciar incluso desde la estación espacial. La reducción de actividad humana y el ruido asociado han llevado a que en las últimas semanas hayamos podido ver algún puma paseando por varias calles de Santiago, leones marinos por Valdivia, jabalíes por el centro urbano de Barcelona o cabras montesas en Gales; espectáculos que nos recuerdan que no somos los únicos que habitamos el planeta y también que el aire limpio, sin material particulado ni dióxido de nitrógeno, no debería ser un lujo. Milán, por ejemplo, ha anunciado que en un par de meses transformará 35km de calles para que las usen exclusivamente peatones y bicicletas. Se convertirán en zonas peatonales que fomenten la economía (bares, restaurantes, pequeños negocios y artesanos) y mejoren la calidad del aire y con ello reduzcan el riesgo de infección.

Los tiempos de crisis también son oportunidades para mostrar liderazgo, y hemos visto desplegados excelentes ejemplos, como Angela Merkel o Jacinda Ardern. Liderazgos que serán necesarios para construir una nueva y tan ansiada “normalidad”.

Tal vez no es un mal momento para evaluar algunas de nuestras prioridades y estilos de vida. Quizás no siempre hace falta utilizar un vehículo de combustión fósil para ir y volver del trabajo. Tal vez en un mundo digital es más importante que todos tengamos acceso a banda ancha o 4G que tener una nueva autopista. Tal vez debemos poner más valor en tener más espacios verdes, donde poder respirar aire limpio, aprender a identificar árboles y aves y compartir con nuestros seres queridos, que en tener un nuevo mall. Tal vez deberíamos dedicar más de nuestro tiempo al arte, la cultura, la lectura. En vez de hacer ese vuelo transatlántico podríamos fomentar la economía local.

Un análisis reciente del grupo de investigación, del Reino Unido, Carbon Brief indica que los efectos de esta crisis en la economía global supondrán una reducción del 5.5% de CO2 equivalente anual con respecto a las emisiones del 2019. Antes de la crisis sanitaria la expectativa era que a nivel global las emisiones aumentaran un 1% este año, por lo que sería la mayor reducción que se ha visto. Con anterioridad a esto, solo la crisis financiera del 2008 consiguió una reducción del 1.4%.

Lo que probablemente no ha calado tan hondo es que para limitar el calentamiento global a 1.5 °C por encima de los niveles preindustriales, la meta indicada en el acuerdo de Paris del 2015 y la que según la ciencia debemos cumplir para evitar consecuencias serias, las emisiones deben reducirse un 7.6% cada año de esta década. Es decir, que replantearnos el “business as usual” es una tarea que tenemos pendiente desde hace varios años y que debemos hacerlo con urgencia y responsabilidad. Tal y como hemos podido observar, cuando tenemos una crisis que resolver y ponemos todo nuestro empeño en combatirla, podemos hacerlo.

Fuente: Reporte Sostenible[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][tm_spacer size=»lg:30″][/vc_column][/vc_row]