[vc_row][vc_column][tm_heading style=»thick-separator» tag=»h5″ custom_google_font=»» google_fonts=»font_family:Poppins%3A300%2Cregular%2C500%2C600%2C700|font_style:300%20light%20regular%3A300%3Anormal» text=»La energía verde no tendrá un resbalón debido al petróleo barato» font_size=»lg:32″][vc_column_text]

Los costos más bajos y los incentivos han hecho que la generación eólica y solar sea menos susceptible a las caídas en los precios del crudo que lo que ha sido históricamente.

Cuando los precios del petróleo llegaron a un máximo nivel a fines de la década de 1970, el entonces Presidente Jimmy Carter instaló paneles solares en el techo de la Casa Blanca. Históricamente, el crudo caro había fomentado los experimentos para desarrollar fuentes de energía alternativas y la caída en los precios había invertido la tendencia. Pero los tiempos han cambiado y es poco probable que los precios ultrabajos retarden el despliegue de energías renovables.

Lo que importa más actualmente puede ser la regulación. Hasta qué punto los gobiernos incorporarán prioridades medioambientales en los planes de recuperación post covid-19 es una pregunta clave que enfrentan los inversionistas de mentalidad ecológica ahora.

El petróleo y las energías renovables no son sustitutos directos. El primero se utiliza principalmente para el transporte y calefacción mientras que las segundas producen electricidad. Pero hay áreas que se cruzan. Los autos pueden tener baterías o motores de combustión; la calefacción puede ser eléctrica o con diésel; y las plantas de electricidad pueden funcionar con energía eólica, solar, carbón o gas natural, el que es a menudo un subproducto de la producción petrolera.

Los usuarios tienen una elección por delante, pero una vez que compren una tecnología, el combustible queda bloqueado. Eso hace que las expectativas de precios futuros sean más influyentes que los tipos de cambio al contado. Las turbinas de viento y los paneles solares fueron alguna vez caros y experimentales, pero gracias en parte a los subsidios e incentivos del Estado, sus costos ahora son comparables con los combustibles fósiles, y se espera que sigan cayendo.

Para los productores de petróleo la relación es más directa: los precios altos generan efectivo para proyectos preferidos. Las principales empresas petroleras europeas, como Royal Dutch Shell y Total, invirtieron hace poco miles de millones de dólares en proyectos de energía alternativa para ver cómo podrían ganar dinero en el mundo de emisiones de carbono más bajas previsto por los acuerdos de París. Ese financiamiento está ahora en riesgo, pero afortunadamente para el sector en general, las grandes compañías de petróleo representan solo una fracción de la inversión global.

Las empresas de servicios públicos construyen la mayoría de los proyectos eólicos y solares e inversionistas institucionales ávidos de rentabilidad —compañías aseguradoras, fondos de pensiones y similares— a menudo los financian. Las inversiones en energías renovables proporcionan un retorno a largo plazo casi similar a los bonos. Las tasas de interés bajas aligeran los costos iniciales de financiamiento, los costos de funcionamiento son bajos y la recuperación de la inversión está asegurada a través de los acuerdos de compra de energía con los gobiernos locales, compañías y otros.

¿Subsidio?

Los incentivos de gobierno fueron un apoyo importante para la industria en el último mercado bajista de petróleo, de 2014 a 2016. Los proyectos pueden ser competitivos en cuanto al costo ahora sin el respaldo del gobierno, pero los incentivos son todavía una compensación. Es probable que se necesite la ayuda pública para desplegar las redes de recarga de vehículos eléctricos y la red eléctrica inteligente y las unidades de almacenamiento de energía que son cruciales para permitir que las energías renovables intermitentes generen una parte más grande de la mezcla energética.

Para algunos gobiernos, la crisis del covid-19 podría dejar a la energía renovable más abajo en su lista de prioridades a medida que hacen frente a las consecuencias económicas.

Para otros, las advertencias sobre el clima de los científicos puede que asuman una nueva gravedad. Los paquetes de estímulo para la recuperación, tales como los subsidios para los compradores de autos eléctricos en la Unión Europea y China, podrían terminar promoviendo las metas de descarbonización.

Fuente: El Mercurio[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][tm_spacer size=»lg:30″][/vc_column][/vc_row]