[vc_row][vc_column][tm_heading style=»thick-separator» tag=»h5″ custom_google_font=»» google_fonts=»font_family:Poppins%3A300%2Cregular%2C500%2C600%2C700|font_style:300%20light%20regular%3A300%3Anormal» text=»Friburgo, la ciudad más ecológica del mundo que es el paraíso de los ciclistas» font_size=»lg:32″][vc_column_text]
Gracias a sus innovadores planes, que priorizan el cuidado por el medio ambiente y mecanismos de transporte limpios, las bicicletas y los peatones son los dueños de la calle. «Para ver autos, camiones y buses hay que ir a la periferia», se comenta.
Friburgo de Brisgovia, ubicada al sur de Alemania y cercana a las fronteras con Suiza y Francia es reconocida como la «Ciudad Verde» y es considerada «la capital ecológica del país». Recientemente, en julio de 2020, celebró su aniversario número 900 desde su fundación como asentamiento mercantil en el año 1120.
A pesar de este aspecto medieval que podría imaginarse a una ciudad al pasado, la destrucción de gran parte de su estructura urbana al ser bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial, obligaron a Friburgo a reponerse y mirar al futuro. Así, paulatinamente se convirtió en una de las ciudades más progresistas, sostenibles, familiar y más habitable del país y también del mundo.
El comienzo de este proceso para convertirse en una ciudad sustentable y limpia, parte en el año 1975, luego de la gran protesta pacífica en contra de la construcción de una planta nuclear en la ciudad, que marcó un precedente al conseguir la cancelación de la obra de manera permanente. Con sus mismos habitantes empoderados tras esta victoria, el activismo verde se hizo más fuerte y consiguió en los años posteriores que este lugar ubicado bajo la Selva Negra de Alemania albergara centros de desarrollo de energía solar hasta la implementación de planes de economía ambiental, lo que la convierte hoy en día en una ciudad pionera y vanguardista en esta materia.
El paraíso de la bicicleta
En el año 2017, un artículo de la BBC constató que los únicos automóviles que entran ala ciudad son aquellos que van a reponer mercadería o taxis que llevan a los turistas a sus hoteles. Esto, porque Friburgo tiene un plan de transporte público y construcción vial que permite que sus habitantes no tengan la necesidad de utilizar un vehículo.
Con 400 km de ciclovías y el doble de bicicletas que autos, la ciudad se convirtió de manera paulatina en el paraíso de los ciclistas y del peatón, los que tienen mucho espacio para moverse libremente. Dentro de las medidas que se adoptaron para lograr esta movilidad urbana estuvo la ampliación de las calles en el periodo de reconstrucción donde se buscó dar lugar a tranvías y bicicletas incluyendo grandes zonas peatonales en desmedro de los automóviles. La primera política pública de transporte respetuosa con el medio ambiente en la Ciudad Verde data del año 1969.
Este cambio en el paradigma de la movilidad convierte a Friburgo en una de las esperanzas para ser replicadas a nivel mundial para bajar las emisiones de gases con efecto invernadero. Según el Parlamento Europeo, el 60,7% de las emisiones de estos gases ala atmósfera son realizados por vehículos de uso doméstico. Según los datos oficiales, la ciudad ha reducido la contaminación del ambiente en 20% desde la década de los noventa y su objetivo es disminuirlo en 50% en 2030.
Comunidad organizada
Tan solo a 3 km del centro de la ciudad se encuentra la comunidad planificada de Vauban. Allí se aplican a nivel vecinal los criterios de conciencia y construcción colectiva ambiental. Tal como señaló la BBC, los 5.500 residentes de Vauban viven en cooperativas muy unidas, hogares privados o desarrollos de viviendas sociales que cubren las 40 hectáreas del suburbio. Todas las viviendas se adhieren al estándar de construcción de bajo consumo de energía de Friburgo de 65 kWh / m2, y la energía mínima que se trae se genera localmente a partir de los sistemas de calefacción alimentados con astillas de madera ubicados en el vecindario.
Entre la comunidad es frecuente ver innovaciones ambientales como jardines en distintas azoteas y zonas de compostaje de residuos orgánicos, pero lo único que no se deja ver son automóviles.
Capital ecológica de Alemania
Para hacerse una idea, en Vauban, la propiedad de automóviles se ubica en alrededor de 172 autos por cada 1.000 residentes y muchas de las calles donde se esperaría ver automóviles estacionados se han reinventado como callejones sin salida para los niños. En comparación con 393 autos en el gran Friburgo y 531 en la cercana metrópolis industrial de Stuttgart. En Chile, las comunas del sector oriente de la capital tienen una tasa de motorización bastante elevada. Un ejemplo de ello es Vitacura (506) , Providencia (451) y Las Condes (437).
La ciudad además es sede de la Asociación Mundial de Energía Solar, el Ecoinstituto (de Ecología Aplicada) tiene su principal centro en la Sonnenschiff (nave solar) de la ciudad, el secretariado europeo del Consejo Internacional para iniciativas medioambientales y el Instituto Frauenhof para energía solar.
Uno de los mayores compromisos a nivel político con el tema ambiental está de hecho en la administración local. La Rathaus en Stühlinger es uno de los tres edificios en que se divide el ayuntamiento de la ciudad y tras dos años de funcionamiento (inaugurado en 2017) gracias a la innovación en tecnología y diseño, produce en un año casi la misma cantidad de energía que consume. La estructura, de más de 22.650 metros cuadrados y con cerca de 900 empleados posee paneles solares, celdas fotovoltaicas, bombas de calor subterráneas, sistemas geotérmicos y de ventilación para recuperación de calor, lo que lo transforma en un centro tecnológico de primer nivel donde se desarrolla la actividad administrativa de la ciudad.
Proyectos de alto impacto ecológico
El Schwarzwald-Stadion (Estadio de la Selva Negra) tiene el honor de ser el primer estadio de fútbol completamente solar de Alemania. Con más de 2.200 m2 de paneles solares, el recinto deportivo evita la emisión de más del 36 toneladas de CO2 por año. El objetivo de las autoridades apunta a que en el mediano plazo, se convierta en un estadio neutro de emisiones. Otro de los mejores ejemplos de transformación ecológica en la ciudad es el monte energético Eichelbuck que pasó en el año 2011 de ser un vertedero a la mayor planta de energía solar de toda la zona, cubriendo con una potencia de 2,6 MWp el consumo anual de cerca de mil hogares. Adicionalmente, el aprovechamiento de la basura permite evitar la emisión de casi 2.500 toneladas de CO2 por año.
Pero no todo se concentra en las afueras de la ciudad, ya que además de la Torre Solar de la Estación Central (que genera 24.000 kWh anualmente) se encuentra el mundialmente conocido Heliotropo, la primera casa que produce tres veces más de la energía que consume y que se caracteriza por ir girando durante el transcurso del día de este a oeste, para ir captando la mayor cantidad de luz solar.
A nivel de transporte local, se han ido abriendo paradas con paneles solares que permitan climatizar y no depender de la energía por cables. En tanto, los objetivos actuales de la ciudad buscan disminuir en 50% las emisiones de CO2 para 2030 y conseguir 100% de energía procedente de fuentes renovables para 2050. Por ahora, Friburgo continúa con confianza hacia un mañana aún más verde.
Fuente: La Tercera[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][tm_spacer size=»lg:30″][/vc_column][/vc_row]